La Isla

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martes, 27 de julio de 2010

Rodrigo de Orellana y Toledo [ 1]

Rodrigo de Orellana y Toledo
Tras la muerte de Gabriel el Viejo le sucedió su hijo Juan Alfonso de Orellana y en 1593, muerto también éste, Gabriel Alfonso de Orellana el Mozo, su nieto. Aprovechando esta última sucesión volvió a reiterar doña María de Orellana sus pretensiones, reclamando nuevamente el señorío y mayorazgo, interponiendo un nuevo juicio en Granada, acompañada esta vez por su hijo García de Orellana y Figueroa que, con renovado empeño, se convierte en el continuador del meritorio esfuerzo, afán y perseverancia que demostró su madre, defendiendo que el mayorazgo en litigio no era de rigurosa agnación, puesto que a él podían acceder tanto hombres como mujeres, con primacía para los varones cuando concurrieran en igual grado, pero sin que la mujer pudiera ser excluida por un varón de otra línea, como era habitual en España. Apoyaron con firmeza su demanda en una grave acusación: don Gabriel de Mendoza el Viejo había manipulado las escrituras con las que ganó el juicio a la muerte de Juan el Bueno en 1549, introduciendo dudas, por primera vez ante la justicia, sobre la autenticidad del documento esgrimido entonces.

Tras el envite, obtuvieron éstos al fin el 2 de septiembre de 1594, en la Chancillería de Granada, una sentencia de revista favorable a sus pretensiones, resultado indudable de su nueva estrategia, aunque a todas luces adolecía ésta de una importante debilidad: la denuncia se había formulado sin documento alguno de respaldo que pudiera demostrar la acusación de falsedad. Pese a todo, la sentencia era definitiva y revocaba todas las anteriores, declarando a doña María de Orellana y por su reciente fallecimiento, a su hijo García, sucesor al mayorazgo y señorío de Orellana la Vieja. En la misma se condenaba a los descendientes de Gabriel de Mendoza a que devolvieran los frutos y rentas que el mayorazgo hubiera producido hasta el mismo día de su restitución. Lograba el hijo por fin los anhelos mantenidos sin desmayo por su madre durante los últimos cuarenta años de su vida: "por legitimo sucessor he llamado al vinculo e mayorazgo que fundo Juan Alfonso de Truxillo... e condenamos al dicho Luys de Chaues como curador del dicho D. Gabriel Alfonso de Orellana y al dicho D. Iuan Alfonso de Orellana difunto a que dentro de nueve dias como fuere requerido con la carta executoria de su Magestad que de la nuestra sentencia se diere entregue y restituya al dicho don Garcia de Figueroa los bienes del dicho vinculo y mayorazgo y acrecentamientos del para que los tenga e possea con los vinculos y condiciones en el dicho mayorazgo contenidos...". Parecía esto, al fin, la culminación de tan prolongada etapa de frustraciones y desalientos, pero se trataba, lamentablemente, del principio de otra nueva etapa, en la que todo habría de complicarse sobre manera.

El nieto de Gabriel de Mendoza, Gabriel Alfonso de Orellana el Mozo, seguramente bien asesorado, apeló la sentencia, y obtuvo nuevamente del Consejo una sentencia favorable en el grado de Mil y Quinientas, revocando en consecuencia la de revista de 1594 y confirmando la resolución anterior de 1554, convirtiéndose en el 13º señor de Orellana la Vieja. De poco le valió a García de Orellana su denuncia contra los Mendoza, porque nada había demostrado en su acusación. Pese a todo, la inesperada muerte de Gabriel el Mozo sin descendencia en marzo de 1599, vino a desencadenar una serie de nuevos acontecimientos, en los que la ruptura de la línea sucesoria por vía de varonía de los Mendoza introducía, sin solución de continuidad, un mayor grado de complicación, porque Catalina de Mendoza y Orellana –hermana del recientemente fallecido señor de Orellana-, junto con su marido, Juan de Chaves Sotomayor, reclamaban ahora el mayorazgo, sin que importara en esta ocasión que fuera el aspirante mujer. En abril de 1599 lo revindicó asimismo Rodrigo de Orellana y Toledo, como hijo y sucesor de Pedro Suárez de Toledo y nieto de Rodrigo de Orellana y Teresa de Meneses, que desde 1577 reclamaba para sí la titularidad: ahora se presentaba para él la ocasión, porque era el siguiente descendiente en la misma línea de varonía que había convertido en señor de Orellana la Vieja a su tío Gabriel el Viejo. Y, por supuesto, García de Orellana y Figueroa, el tercero en litigio, lo reclamaba también para sí, asistido por sus nuevos documentos.


Palacio de Piedras Albas. Trujillo
Construido por Pedro Suárez de Toledo, padre de Rodrigo de Orellana y Toledo

Así las cosas, en cuestión de pocos días se fue creando un fuerte nudo que terminó por bloquear la salida a cada una de las partes y que los partidarios de unos y otros aspirantes al mayorazgo tensionaba cada vez más, generando intranquilidad y desconcierto en los vecinos de Trujillo y de Orellana. Según Juan Correa Hurtado, procurador de Rodrigo de Orellana, en Trujillo se habían producido ya algunos altercados con gente armada: "otrosi digo que sobre tomar la actual possession de la dicha villa y bienes del dicho mayorazgo y acrecentados en el ha auido y ay en la ciudad de Truxillo y en la dicha villa de Orellana y en otras partes donde estan los dichos bienes mucho escandalo y alteracion y juntas de gentes armadas y aun heridas y ay peligro de suceder muchos alborotos y escandalos e inconuenientes a que no es justo se de lugar...", por eso, el alcalde mayor de Trujillo, preocupado por el clima de tensión que se gestaba rápidamente en la ciudad y porque tenía sospechas de que algunos de los aspirantes estaban moviendo ya sus fichas, decidió intervenir, porque "entre los que pretenden tener derecho a su sucession de su casa y mayorazgo ay grandes diferencias y alborotos por ser todos los pretensores gente principal y auer parcialidades en Truxillo sino se ocurriesse con remedio eficaz". Temiendo los disturbios que estaban a punto de estallar por esa causa, el 23 de marzo, a las cinco de la mañana, mientras agonizaba en la casa de la Alberca Gabriel el Mozo, ordenó el arresto domiciliario de ciertas personas de las que sospechaba sus movimientos, bajo pena de 1.000 ducados de sanción, advirtiendo al mismo tiempo "que ninguna persona de ningun estado calidad que sea con poder o sin el del que pretendiere ser llamado al dicho mayorazgo se atreua a tomar possession y autos della...". Mandó al mismo tiempo instrucciones muy precisas a los justicias de Orellana la Vieja para que de ningún modo "consientan que persona alguna tome la possession de los bienes del mayorazgo del dicho don Gabriel y la denieguen a quien la pidiere", avisándoles de lo que debían de hacer para cumplir sus órdenes. Del mismo modo actuó dirigiéndose a todos los escribanos de Trujillo, ordenándoles que si moría Gabriel el Mozo, no llevaran a cabo ninguna diligencia que les mandaran sin que él lo supiera, para que ninguno de los candidatos se atreviera a tomar la posesión del señorío por asalto en Orellana.
Palacio de Piedras Albas. Trujillo. Detalle de la fachada principal

El 26 de marzo, a medio día, en su presencia, se certificó la muerte de Gabriel el Mozo. Como primera medida cautelar, se precipitó de inmediato el alcalde a confiscar todos los bienes del mayorazgo de Orellana la Vieja, para evitar males mayores, porque "a la sucession de su casa y mayorazgo ay pretensores y gente poderosa de quien se podia recelar como se recelaua que para aprehender y tomar la possession de los bienes del dicho mayorazgo podia causar algun alboroto y escandalo mandó poner en secresto y deposito todos los bienes del mayorazgo...". Sus sospechas, como veremos, no carecían de fundamento.