La Isla

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jueves, 27 de octubre de 2011

María Enríquez de Mayoralgo [3]

La divulgación de una paulina (1)

Por eso, su nieta Catalina de Mendoza fue pronto su esperanza frustrada, porque la decidida intervención de García de Orellana estaba poniendo ya por entonces al descubierto los engaños de los que había sido objeto su madre. De ahí la resuelta política de hechos consumados emprendida por doña María. Por las informaciones que García fue recibiendo por entonces se iba percatando de las intrigas que había estado llevando a cabo María Mayoralgo y, sin dudarlo, planteó una querella contra ella, al tiempo que mantenía el pleito contra su nieta Catalina de Mendoza y contra Rodrigo de Orellana, su otro adversario: “me querello ante buestra alteça criminalmente de doña Maria Mayorazgo aguela y curadora de la dicha doña Catalina y digo que la dicha doña Maria en gran daño de su conciençia y perjuiçio de mi parte tiene en su poder ocultadas escripturas por donde consta que la subçesion de la casa y mayorazgo sin pleito ni controversia alguna es de mi parte…”. Persuadido, por un lado, de que las escrituras que había exhibido Gabriel de Orellana el Viejo en su defensa ante la justicia habían sido manipuladas y que María de Mayoralgo ocultaba desde entonces una copia de las verdaderas, por otro, observó sagazmente que esa misma situación impediría ahora la sucesión que ella pretendía. Si pudiera hacerle ver a esa mujer ese punto de vista, sus rivales dejarían de ser para él un obstáculo en el camino que debía llevarle hasta la titularidad del dominio.

Probablemente también sentiría María que las cosas eran de ese modo y que poco le quedaba por hacer frente a la situación descrita. Aunque él lo ignoraba, ella había intentado ya, en cierta ocasión en que su nieto estaba gravemente enfermo y a punto de morir en Orellana, mandarle desde el convento de San Benito que fundara Teresa de Meneses en la villa, un recado diciéndole que, muerto éste, le correspondía a él la sucesión; pero superada la crisis, dio marcha atrás, y como luego se verá, confusa, guardó desde entonces silencio, apostando, tal vez desde ese momento, por intentar la sucesión para su nieta aprovechando la inercia que arrastran los hechos consumados. Cuando la muerte de Gabriel sobrevino al fin, mandó a Catalina que tomara posesión del señorío de inmediato, mientras ella permanecía en Trujillo velando su cadáver y tratando de conversar con su alcalde mayor, que recelaba de sus movimientos, como ya hemos tenido ocasión de ver.

García, consciente de su influencia en la Corte, mientras tanto, había tomado ya la decisión de solicitar a la Santa Sede una paulina para obligar a la tozuda María por este medio a que entregase las mencionadas escrituras originales: “por tanto a buestra alteça pido y suplico proçeda contra la parte contraria criminalmente por todo rigor de derecho y desde luego la apremie a que exiva las dichas escripturas en que se contiene el derecho y subcesion de mi parte y entre tanto la mande aprisionar y poner guardas…”. La carta de excomunión le fue concedida por el nuncio de la Santa Sede en marzo de 1600, el cardenal Bernardo de Rojas y Sandoval, Primado de las Españas, Chanciller Mayor de Castilla y miembro del Consejo de Estado, ordenando en Madrid, el 21 de marzo de 1600, que se leyera el citado documento a primeros de abril en todas las iglesias y monasterios de Madrid y de los obispados de Plasencia y Coria "al tiempo del ofertorio a las misas mayores quando mas gente estuviere ayuntada para oyr los divinos ofiçios". Con la mencionada paulina dictada por el alto tribunal eclesiástico se pretendía mover a todos los fieles y vecinos a que manifestaran ante sus respectivos jueces todo cuanto conocieran relacionado con el paradero de las escrituras del mayorazgo de Orellana la Vieja, particularmente los testamentos de Juan Alfonso de la Cámara y el de su hijo Pedro Alfonso de Orellana y que descubrieran a todas las personas y “testigos que saben lo susodicho no lo quieren manifestar deçir ni declarar en notable daño y perjuiçio de la justiçia del dicho don Garçia... para que los usurpadores detentores y encubridores de lo que dicho es o las personas que dello supieren en qualquier manera lo vengan manifestando y revelando...".