Negociaciones entre María
Mayoralgo y García de
Orellana
María de Mayoralgo mientras tanto,
aunque ya cansada, no había parado de hacer gestiones por su cuenta, encargando
al licenciado Fuenllana, por ejemplo, que se
valiera de las amistades que ella tenía para
que tratara de llegar a un acuerdo con García de Orellana ,
incluso ofreciéndole contraer matrimonio con su nieta Catalina de Mendoza y en
cualquier caso, negociar una concordia para que cualquiera de los dos que
ganara el pleito le diera a la otra parte una cantidad de dinero estipulada de
antemano. Ya lo había intentado
en otras ocasiones. El 22 de
mayo de 1601 había testificado en Montilla Fray Andrés Núñez de Andrada,
prior del monasterio de San Agustín de esa villa, ante el escribano Luis Fernández. En su
testimonio dijo que en noviembre del año
anterior estuvo en el monasterio de San Felipe de Madrid ,
adonde María Mayoralgo le había enviado un recado por mediación de Fray J uan de Montalvo para que fuera a visitarla a su
casa y estando allí ésta le pidió ayuda para encontrar alguna forma de
concierto con García
de Orellana “sobre la
subçesion del dicho mayorazgo que estava cansada de pleitos y de las molestias
y pesadumbres que se le davan en ellos“,
y que para quitarse esas aflicciones quería negociar con él, por lo que
deseaba que mediase en el conflicto hablándole y diciéndole que podía enseñarle
escrituras relativas al mayorazgo para que las examinaran sus letrados. Visitó
más tarde Fray Andrés a
García de Figueroa y le comunicó la propuesta que le hacía
doña María y también habló con su hermana Mencía Manrique de Figueroa,
contestándole éste que dijera a doña María que primero le mostrase las
escrituras y, conforme a su contenido, hablarían de concierto, pues no podía
seguir adelante sin verlas. Volvió el fraile de nuevo a casa de doña María para darle la respuesta de don García,
contestando airada ésta “que no avia
de mostrar escripturas de ninguna manera hasta que el conçierto estuviese fecho
y escriptura dello”.
Temiendo que una vez en poder
de los documentos García accediera sin trabas a la posesión de todos los bienes
del mayorazgo, lo que tal vez tratara de negociar en último término doña María
acaso fuera algún tipo de compensación económica para su nieta Catalina. Anduvo
el fraile así de un lado para otro deseando que llegaran cuanto antes a una
concordia, hasta que, percibiendo que don García mantendría firme su posición,
le llegó la oportunidad de motivar un arreglo mostrándole a doña María un
escrito que le dirigía el maestro trinitario fray Diego de Ávila, en el que trataba
de persuadirla de que entregara las escrituras que tenía. Debió mover el fraile con talento en su
escrito alguna fibra sensible de su afligido espíritu porque su lectura puso
inesperado término a sus recelos, admitiendo entonces que, en efecto, tenía
escondidas ciertas escrituras pertenecientes al mayorazgo de Orellana y que si
llegaban a un arreglo las enseñaría. Se interesó seguidamente el fraile por el
testamento de Pedro Alfonso de Orellana, hijo de J uan
Alfonso de la Cámara, a lo que respondió que temía que ese documento hubiera
desaparecido la noche que había entregado las llaves para que entraran en el
archivo de la Casa Fuerte
y se llevaran los documentos a la villa de Aldea del Cano, pero añadiendo
conciliadora, buscando acaso aliviar la presión que había soportado durante
tanto tiempo, que habiendo sucedido varón desde Gabriel de Orellana el Viejo,
al morir su nieto Gabriel el Mozo sin sucesión, no pudo permitir que siguieran
en el archivo de Orellana los documentos, porque los necesitaba para hacer
valer la sucesión de su nieta Catalina de Mendoza, admitiendo de este modo que
el contenido de las escrituras originales no negaban la sucesión de mujer en el
mayorazgo, como lo expresaba el escribano transcribiendo su declaración: “la
causa que le avia movido a esconder mexor y alçar a desora de la noche los
papeles que tenia escondidos y ocultados tocantes a el dicho mayorazgo de
Orellana fue que avia muerto su nieto que por linea de varon avia subçedido en
el dicho mayorazgo y aviendo de suçeder varon en el lo avia de aver don Gabriel
(sic) de Orellana. Temiendose que el
susodicho no supiese de los dichos
papeles y los urtase y escondiese los avia hecho ella esconder y poner
en el lugar mas seguro dando a entender que en los dichos papeles avia alguna
escritura por donde la hembra es llamada a la subçesion del dicho mayorazgo
pues la dicha doña Maria lo pretende para una nieta suya”.
A la vista de los papeles que
finalmente entregó doña María, pudo al fin justificar don García tras su minucioso estudio que los presentados por la
parte contraria habían sido falsificados: “y porque en el estado que oy el pleito tiene es tan claro que no puede
dudarse que el traslado de la escritura que llaman de mayorazgo en contrario
presentada es falso y falsamente fabricado como por el mismo pareçe y por la
escritura de testamento original de J uan Alonso de
la Camara exibida por doña Maria Mayoralgo curadora de la dicha doña Catalina y
las sentençias que se dieron en favor de don Gabriel su nieto en que agora se
quiere fundar el dicho don Rodrigo de Orellana y su hijo son nulas…”, de
forma que las sentencias anteriores debían ser anuladas, por estar basadas en
copias falsificadas de las escrituras originales y las reglas de sucesión al
mayorazgo restablecidas en adelante, siguiendo las normas del mayorazgo regular
ordinario “en que las hijas y hermanas de los posehedores suçeden y an de suçeder
y no los varones transversales remotos”.
Quedaba claro que Gabriel de Orellana el Viejo, J uan
Alonso de Orellana y su nieto Gabriel de Orellana el Mozo,
nunca debieron acceder a la titularidad del señorío de Orellana la Vieja,
haciendo valer fraudulentamente su candidatura sobre la línea de sucesión a la
que pertenecía María de Orellana.