Al día siguiente muy temprano, seguramente conocedor de los movimientos que había iniciado ya Catalina de Mendoza, se dirigió a la casa en Trujillo de María de Mayoralgo, su abuela, donde permanecía retenida Catalina con su marido Luis de Chaves, en compañía del padre de éste, Cristóbal de Mayoralgo, quienes en respuesta a sus preguntas le confirmaron que todas las escrituras del mayorazgo estaban archivadas en la Casa Fuerte de Orellana la Vieja. En determinado momento y sin mediar palabra, el alcalde se abalanzó a un escritorio que había en la casa, del que extrajo, decidido, cierta cantidad de dinero que mandó devolver al rato a su dueña, pero haciéndole prometer antes que a cambio de que aceptara constituir con ese dinero una fianza, por lo que pudiera pasar, aludiendo veladamente a los movimientos de ocupación que sabía ésta proyectaba: "y abrio el dicho alcalde mayor vn escritorio y sacó ciertos dineros que mandó entregar a la dicha doña Maria, con fianças, la qual dixo que apelaua de lo hecho por el dicho alcalde mayor". Viéndose descubierta, María de Mayoralgo solicitó, como única respuesta, su ayuda, pidiéndole que "la amparasse en la possession que tenia tomada pacificamente de los bienes del dicho mayorazgo por doña Catalina de Orellana su nieta," respondiendo orgulloso el alcalde que pidiera auxilio a la justicia cuando quisiera, pero que él estaba decidido a seguir actuando tal y como lo venía haciendo, y para que no quedara duda de su determinación, ordenó que se notificara de inmediato a uno de los oficiales del concejo de Trujillo su designación como responsable y depositario del cobro de todos los arrendamientos y rentas a las que tuviera derecho el señor de Orellana la Vieja, empezando por las dehesas de Cogolludo y del Bodonal, disponiendo con firmeza que a partir de ese momento, todos los arrendatarios, mayorales, pastores y cualquier otro deudor, realizaran sus pagos al dicho depositario, "so pena de pagarlo otra vez", y que se mantuviera esta orden hasta que él mandara lo contrario.
Molino de Tamujoso, en la confluencia
del Arroyo de ese nombre con el Guadiana.
Como ya le confesó al alcalde María de Mayoralgo en su casa, su nieta Catalina de Mendoza se había adelantado en efecto el día anterior, viajando a la villa de Orellana con su procurador, para que tomara posesión del mayorazgo, quien en la misma fecha presentó sus títulos de poder al alcalde mayor de Orellana, diciéndole que don Gabriel había muerto y que por lo tanto, doña Catalina, su hermana, sucedía en el mayorazgo como legítima heredera desde ese momento. Tomó así Catalina posesión de la villa de Orellana la Vieja con sus vasallos, "jurisdiccion civil y criminal alto y baxo mero mixto imperio", su fortaleza, las dehesas de Cogolludo y Esparragosilla, la barca, molinos y las otras propiedades del mayorazgo, en virtud de cuyo auto, el alcalde mayor de Orellana les acompañó en su visita al interior de la fortaleza, en manifestación de acatamiento hacia Catalina de Mendoza, llevándose a cabo la toma de posesión “quieta y pacificamente sin contradicion de persona alguna.” La llegada de Catalina y su proclamación como titular del mayorazgo fue aceptada por los vecinos, dejando que tomara posesión del dominio de forma apacible, tal vez porque ésta advirtiera que mantendría en sus puestos al alcalde mayor, alguacil y escribano y a las otras personas que hubiera designado Gabriel el Mozo.
Asalto a la Casa Fuerte
Mientras tanto, conocedor de esas novedades, la reacción de Rodrigo de Orellana y Toledo no se hizo esperar, acudiendo el 1 de abril a la justicia para denunciar los hechos, explicando que se estaban produciendo por ese motivo algunos enfrentamientos entre bandos encontrados, solicitando asimismo a los jueces que le pidieran al corregidor de Trujillo que solicitara al Consejo Real el embargo de las rentas del mayorazgo.
Pero lo cierto es que Rodrigo, por su parte, tampoco faltó a su cita en Orellana en las fechas clave, encontrándose en el Molino Viejo -junto a la Bernagaleja- el día 27 de marzo, acompañado de un escribano que se llamaba Francisco de Campo, quien siguiendo sus instrucciones, iba dando fe de todos sus movimientos, recorriendo ese día el olivar del Coto y de las Dehesillas y la dehesa del Bodonal, hasta llegar a la dehesa de Cogolludo. Al intentar entrar en la villa de Orellana para continuar su toma de posesión, se encontró con la resistencia de sus concejales: "salio a la entrada Antonio Sanchez que haze el oficio de alcalde con vara de justicia y con vun escriuano y otros quatro hombres y les impidio la entrada y mando que no entrassen so pena de veinte mil maravedis y a Francisco de Campo so la misma pena y dozientos açotes y assi no pudo entrar a la continuacion de la dicha possession en la dicha villa". Al escribano le ordenaron que no diligenciara las posesiones que había hecho don Rodrigo, porque era ya doña Catalina señora de Orellana: "el qual dixo que el dia antes tenia dada la possession de la villa de Orellana y el mayorazgo della a doña Catalina y a su procurador quieta y pacificamente sin contradicion alguna constandole como le constaua ser vnica hermana legitima de don Gabriel difunto, vltimo posseedor...", a lo que el escribano contestó que lo era su señor, conforme a las disposiciones de la leyes de Toro.
Dehesa de Cogolludo
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