En el primitivo cauce del río Guadiana, desde algún
punto a la izquierda de la Isla que hoy se aprecia frente a su Playa en el
embalse de Orellana y hasta una distancia de dos o tres kilómetros por debajo
de la Presa actual, existió, desde al menos el año 1321, algún molino harinero,
que a lo largo de los años de dominio señorial fueron sumándose a izquierda y
derecha del río, procurando a la población
del lugar la imprescindible función de moler sus cereales. Desde la antigüedad, el aprovechamiento del agua como fuerza
motriz vino a resolver por medio de molinos el problema de la molturación,
sustituyendo la fuerza animal o acaso humana a un coste relativamente bajo, mientras se lograba una
efectividad muy superior. Algunos de estos
ingenios fueron instalándose a partir de la llegada de los Altamirano al lugar,
aunque los documentos disponibles ya acreditan la presencia de diferentes aceñas entre
las posesiones que allí tenían los abuelos paternos de Juan Alfonso de la Cámara, primer señor de Orellana la
Vieja.
Situado en la margen izquierda del río, justo en el vértice donde confluían, en el centro del cauce los términos de Orellana la Vieja, Orellana de la Sierra, Esparragosa de Lares y Campanario, estaba situado el de mayor importancia, al que llamaron siempre Molino Viejo, tal vez porque fuera el más remoto en el señorío. Aguas abajo, situado en la confluencia del Arroyo de Tamujoso con el Guadiana, en su margen izquierda, estaba el molino de ese nombre, y en el extremo más occidental del término, también en la margen izquierda, el Molino Nuevo. Frente al molino Viejo, un tanto más abajo, el Molino de la Gangarrilla, el único que perduró activo hasta poco antes de embalsar las aguas la Presa de Orellana hacia 1957, del que algunas personas del lugar aún podrán evocar con aprecio el aroma de la harina recién extraída, aroma de cuyo recuerdo no quiero yo excluirme. Existió además otro de menor tamaño, el Molino del Cañal, también en la margen derecha, frente al de Tamujoso, en las inmediaciones de la dehesa del Coto y que tuvo que desaparecer antes del año 1540. Debo advertir que alguno de ellos, con el tiempo, tal vez llegaron a conocerse con otro nombre, aquí mantengo la denominación original que consta en los documentos.
Hace
unos días visité el molino de Tamujoso, ahora casi oculto por la vegetación,
aunque aún puede verse por dentro y apreciar parte de lo que configuraba su
construcción. A tan solo unos pocos kilómetros, en el río Zújar, accesible
desde la carretera del canal, existe otro muy similar, el molino del Capellán,
habilitado modernamente para mostrar lo que habrían podido ser sus
instalaciones originales. Usaré algunas de sus imágenes para tatar de
complementar las que tenemos sobre los molinos del Guadiana, además de que abundan
en este lugar las llamadas marmitas, oquedades
abiertas en la roca por la furia del agua durante siglos.
A continuación, un breve recorrido con la información de que disponemos sobre las diferentes instalaciones.
Molino Viejo
Situado a la izquierda de la
corriente del río, estaba construido frente a la confluencia del arroyo de las
Tenerías, en un paraje conocido como la Bernagaleja. Tenía una casa
aneja a sus instalaciones como vivienda para el molinero y aperos para su
mantenimiento. Con cuatro ruedas de piedra era
el mayor de su categoría y a pesar de su primitiva construcción era el único
que estaba en plena producción en 1728. Debido a las malas condiciones
económicas por las que atravesaba el marqués de Orellana, en años anteriores no
pudo llevar a cabo las imprescindibles labores de conservación y ésta fue sin
duda la causa que propició su casi total devastación, porque al poco no pudo resistir
las fuertes crecidas del río, que destruyeron su presa, la casa y la mayor parte de sus instalaciones. Después de que en ese año se culminara su
reconstrucción parcial, pudo arrendarse al vecino de Orellana Antonio
Oxeda por 8.000 reales, incluyendo en ese precio el derecho a cobrar el uso de
la barca que cruzaba el Guadiana a los pasajeros que no fueran del pueblo, así
como el derecho para usar en invierno los restos que quedaran hábiles del
molino de Tamujoso y, en verano, del molino de la Gangarrilla, ambos maltrechos
por las inundaciones de esos años.
Pese a la costosa reconstrucción
de la presa, la reforma de su interior y los arreglos que se hicieron en la
casa del molinero, aún faltaba la colocación de rodetes nuevos en sus cuatro
juegos de piedras, lo que según los expertos del pueblo podría hacer que su
arrendamiento subiera hasta los 12.000 reales.
Molino Nuevo
Fue construido también en la margen izquierda, en el extremo más occidental del término de Orellana, donde se unía al de La Coronada y Don Benito, en la Isla de los Abades. Un memorial confeccionado hacia 1554 lo describe en pleno funcionamiento: "otro molino que se dice el Nuevo en la misma rivera en termino de Orellana que tiene quatro heridas y muelen al presente tres ruedas". Debió perderse precisamente algunos años más tarde, porque en abril de 1600 algunos vecinos mayores de Orellana recordaban que “a mucho tiempo que se lo llevo el rio y no muele al presente aunque este testigo le conoçio moler”. Aún se conserva una imagen del mismo, conocido localmente como molino de Forraje.
Molino Nuevo (denominación de 1728). Fotografía extraída de la página Web Foro de Orellana e insertada por "AURELIANA", bajo el nombre de La Molineta. |
Molino de Tamujoso
Entrada del molino de Tamujoso |
Molino de Tamujoso, actualmente casi oculto por la vegetación. |
Según un
memorial de los bienes del mayorazgo de 1599, este molino estaba situado en la
dehesa de Las Gamitas, a la derecha tras iniciar el camino de Campanario desde
Orellana. El Arroyo de Tamujoso vertía sus aguas en la margen izquierda del
Guadiana, más abajo del citado vértice en el que confluyen los cuatro términos
municipales citados.
Más
pequeño que los anteriores, estaba construido junto a un vado que existía en
sus cercanías, zona tradicional de paso y donde parecían existir otras
construcciones, aprovechando las aguas del propio arroyo antes de que
confluyeran con el Guadiana: "Y de alli se paso al arroio de Tamujoso en
donde y a distancia del mismo rio de Guadiana se reconozio un vestigio de un
molino de sola una piedra imbernizo a quien le viene el agua por conducto
artificial reducida a canal haciendo de exceso para el movimiento violento de
agua despeñada en el que solo se hallo el despeñadero con las dos paredes
maestras y parte del cubierto y señalamiento del conducto”.
Tras la pérdida del molino
Nuevo, debió el señor de Orellana plantearse la construcción de algún molino de
menor tamaño o la recuperación de algún otro que ya existiera para ayudar a los
trabajos del molino Viejo. El de Tamujoso sirvió a partir de entonces para compensar en
invierno el efecto de las crecidas del río sobre el molino Viejo; en verano, ayudaba el de la Gangarilla, pero
sin que podamos saber la fecha de construcción de uno y otro, aunque en un
memorial confeccionado durante la segunda mitad del siglo XVI, sólo se
relacionan el molino Nuevo y Viejo, pero no el de Tamujoso ni el de la
Gangarrilla.
Ya en
1728, en efecto, y pese a las sucesivas reparaciones, estaban perdidos para el
trabajo tanto el molino de Tamujoso como el de la Gangarrilla, pues como explica Fernando
Sánchez Moñino: ”dicho maiorazgo tiene un molino de trigo a que llaman el Viejo
y este esta corriente y aunque tambien tiene el de Tamujoso y la represa de la
Gangarrilla y todos en el rio de Guadiana excepto el de Tamujoso que esta en el
arroyo del mismo nombre, pero estos estan sin uso... por lo que todos los
efectos oi sirven de poco y solo lo que da renta es el Molino Viejo, pues los
demas por perdidos no tienen utilidad alguna si no se reparan”.
Molino de la Gangarrilla
La comitiva de personas que
hacían el reconocimiento de los bienes del marqués de Orellana en 1728, fuente
básica de esta información, después de visitar el molino Viejo y el de Tamujoso
pasaron con la barca a la otra orilla, accediendo a las instalaciones del
lavadero de lanas y caminando luego por el olivar del Coto, hasta el molino de
la Gangarrilla y la viña del Río. Por el lugar en que se encontraba corrían
aguas poco profundas, más apropiadas para un
molino agostizo y de tamaño no muy grande: “desde alli se paso a hacer vista de ojos del molino que llaman
Gangarilla, y es una especie de presa que en el verano con poca agua
artificiosamente se muele y consta de dos paredes maestras en que se fijan
diferentes palos que sirven [par]a ympeler
la rueda del qual solo se le hallo vestigios de las paredes y canal por
donde va el agua”.
Hablando
del arrendamiento del molino Viejo, un testigo
explicaba “que dicho molino esta al medio del rio y de las dos juridiciones, de
Orellana y el estado de la Serena, y aunque en dicho arrendamiento esta
comprendido el molinillo de Tamujoso que serbia en el ybierno para moler quando
se aguaba el de Guadiana por las muchas aguas esta arruinado, y tambien la
Gangarrilla que esta en dicho arrendamiento y serbia el verano para moler con
poca agua lo que no se puede conseguir en el molino grande”. Molino al que se refieren siempre las informaciones como represa:
“Tiene otra presa que es la que llaman Gangarrilla, represa movil del rio en
tiempo de verano...” siendo éste
reconstruido posteriormente, porque fue el único de todos ellos que permaneció
en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, lugar en el que confluía el camino que naciendo en Orellana se llamaba de la Molineta.
Aunque
no se cita en los documentos de 1629 ni en los de 1728 que nos sirven de
referencia, tal vez porque hubiera ya desaparecido, aún debió existir otro molino, más pequeño, en la margen derecha del
Guadiana, en las inmediaciones de la dehesa del Coto, al
que la toponimia del lugar reservó el nombre del Cañal, situado frente al de
Tamujoso pero más abajo, Tal vez, junto al molino
Viejo, fuera un molino de la primera época de poblamiento, porque El Cañal era
ya un lugar mencionado en el relato sobre la herencia de bienes que
recibió Juan Alfonso de la Cámara de su
padre en 1326 (“Heredamientos, pastos, casas, corral, torres, aceñas y canal
(sic) que los dichos don Mateo y doña Inés, su mujer, padres de los susodichos
y abuelos de los dichos Juan Alfonso, de la Cámara del Rey, habían en
Orellana...”. Memorial de los Altamirano
y Torres). Y aún se le recuerda a principios del siglo XVII, del que se
dice que en las inmediaciones de las Dehesillas existía un "cañal que esta
en la dicha rivera" y que a mediados del
XVI ya estaba perdido.
En su forma más simple, un
molino con canal está ideado para aprovechar la fuerza motriz del agua mediante
una diferencia de nivel entre el molino y su canal. El molino propiamente dicho debe asentarse en
algún lugar a orillas del río y situado al final de un cierto desnivel en su
cauce; más arriba se construye una presa para embalsar el agua y un canal que
se deriva de la misma. La función de ese canal es la de retener el agua en un
determinado punto, embalsarla y hacerla llegar al molino para que caiga libremente
con fuerza sobre un cubo de obra adosado, desembocando éste en un
estrechamiento llamado saetín, por medio del cual se conseguía dirigir el flujo
de agua a presión sobre el rodezno, una rueda de hierro asentada en la base del
artilugio de rotación y dotada de anchas
aspas radiales, en cuyo centro se alojaba el árbol por el que se transmitirá el
movimiento de rotación sobre la muela.
El árbol es una viga de madera,
generalmente reforzada con aros de hierro, que se mantiene en vertical y alojado en su base dentro del rodezno, cumpliendo la función de transmitir
el movimiento de rotación impulsado por
este a la muela a la que está sujeto en su extremo. Las piedras se fabricaron hasta principios
del siglo XIX en granito -piedra morena
española-, con un peso aproximado de entre
1 y 2 Tm. A partir de esas fechas fueron sustituyéndose por piedras
blancas o francesas, fabricadas con forma de porciones de queso unidos con
cemento y cinchos de hierro. Estas nuevas piedras presentaban la ventaja, además
de su mayor ligereza, de necesitar una frecuencia diez veces menor para su
recambio.
La molturación se produce así
por la fricción que se consigue ejercer sobre el grano insertado entre dos
piedras, manteniéndose una de ellas fija, la piedra solera, girando sobre ella
la piedra corredera que es la que recibe el movimiento de rotación que,
atravesando el suelo del molino, le transmite el árbol. Por encima de ambas piedras,
la tolva, por la que se va dejando caer el grano a medida que esta recibe
sacudidas a impulsos de otro brazo articulado. Sobre este mecanismo básico
se añadían luego otros varios aparejos
más o menos imprescindibles como pesas de equilibrado, poleas, palancas de
cambio, etc.
Interior del molino del Capellán. Río Zújar. |
Otra modalidad de molino eran
los de regolfo, en los que no existe canal, penetrando el agua en su interior directamente por entre dos de sus
tajamares a través de un conducto de sección rectangular que se estrecha considerablemente
a la salida. Para que la fuerza motriz del agua consiguiera hacer girar el
árbol el sistema se apoya sobre rodetes, situados en el interior de una cuba
cilíndrica, por eso, algunos molinos eran instalados en medio del cauce del río
para aprovechar directamente la fuerza del agua. Desde luego éstos eran de gran
envergadura y construidos de mampostería y sillería para mejor soportar el
empuje de la corriente.
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