El otro
día hice las fotos de garzas que hoy acompaño, en un paraje llamado Casa de Hitos, un lugar que siempre ha
disfrutado de una extraordinaria presencia de aves y al que había dejado de ir
desde que instalaron allí dos centrales termosolares hace algunos años. Pensé
entonces que un poco de historia vendría al caso en esta ocasión. El lugar se
llamó primero dehesa de la Torre de los Hitos y estaba en el
término municipal de Madrigalejo, justo al Este de la actual presa de Sierra
Brava. Todavía, junto a las dos centrales mencionadas y cerca del río Ruecas, hay
unas instalaciones que reciben la denominación de Casa de Hitos.
Esta dehesa
perteneció a Francisco de Meneses el Santo y su renta, junto a la que proporcionaba la heredad de
Entrambas Pelas, formó parte de la dote que recibió Teresa de Meneses (fundadora luego del
convento de San Benito de Orellana la Vieja) al contraer matrimonio con Rodrigo
de Orellana, sexto señor de Orellana la Vieja, en 1485. La propiedad de ambas
fincas las heredó, sin embargo, su hermano Hernán Álvarez de Meneses. Rodrigo
de Orellana sucedió a su padre Juan de Orellana el Viejo hacia 1491. Caballero
principal en Trujillo, de cuyo concejo formó parte como regidor en 1498, había
contraído matrimonio con la joven Teresa de Meneses, hija de Francisco de
Meneses el Santo, descendiente del segundo señor de Orellana de la Sierra
y del conde de Oropesa.
Como
ganadero, Rodrigo explotaba directamente sus ganados en diferentes fincas de su
propiedad, entre ellas las Dehesillas, en Orellana y especialmente en la dehesa
de Encina Hermosa, porque los pastos de Cogolludo, la de mayor extensión del
mayorazgo, siguiendo la tradición de su familia, los cedía en arriendo al
monasterio segoviano de El Paular y esto le obligaba en ocasiones a buscar
otros pastos adonde llevar su ganados, lo que le acarreó algún que otro conflicto con los propietarios del ejido de
Navalvillar de Pela, o cuando a partir de 1493 quiso meterse por las bravas en
la dehesa de la Torre de los Hitos con la excusa de que no percibía desde hacía
años la renta acordada por la dote de su mujer.
El incumplimiento en el pago de esa renta acumulaba cada vez más tensión
entre su marido y su hermano, debiendo
intervenir en varias ocasiones su tío
Juan de Meneses, obispo de Zamora, para
garantizar que Teresa percibiera los 14.000 maravedíes de hierba que le
correspondía de los 30.000 anuales que su padre le había concedido como parte
de su dote. Durante el último conflicto el
obispo tuvo que amenazar con imponer una pena a su propietario de 10.000 doblas
de oro si no cumplía lo estipulado, de las que la mitad correspondía a una
multa que serviría para financiar la guerra contra los musulmanes, debiendo pagar
la otra mitad a su hermana.
Lo
desproporcionado de la pena tal vez resultara efectivo para exigir el
cumplimiento del compromiso, ya que
seguramente era la autoridad del obispo el elemento que mantenía equilibrada la
difícil situación, pero cuando faltó el prelado, la tensión subió hasta el
punto de forzar a Rodrigo a tomar una determinación que le acarrearía graves
consecuencias. Un cierto día de noviembre de 1506 Rodrigo decidió intervenir
empleando la fuerza, llevando a su gente y amojonando un tramo de la finca para
delimitar la parte proporcional a los 14.000 maravedíes de hierba de renta a
los que tenía derecho su mujer. Cuando aparecieron los guardas de Hernán Álvarez para expulsar los ganados intrusos, las
fuerzas de Rodrigo actuaron con extrema dureza enfrentándose armados contra sus
oponentes.
Al
final, el caso acabó en el Consejo Real, que más tarde lo puso en manos del corregidor de Trujillo quien
resolvería en consecuencia. Desconozco el resultado final de su intervención, pero
según ciertas señales, es probable que no solo perdiera Rodrigo la renta que le
adeudaba su cuñado, sino que debiera pagar además otras sanciones económicas,
como suele ocurrir cuando se le va a uno la mano, en detrimento de terceros, en
la defensa de algún derecho.
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