3. Diego de Orellana el Bueno, tercer señor de Orellana de la Sierra
A la muerte de Diego de Orellana el Rico en el verano de 1414, le
sucedió su hijo primogénito Diego de Orellana el
Bueno, al tiempo que los infantes de Aragón consolidaban su posición de poder
en Castilla. Desde la muerte de Enrique II la nobleza venía enfrentándose al
poder real cada vez con mayor ímpetu, aprovechando las sucesivas minorías de
edad de los monarcas. Enrique III había muerto muy joven dejando a su hijo
Juan, de muy corta edad, como heredero y a su esposa Catalina de Lancáster y a
su hermano Fernando de Aragón –Fernando de Antequera- como regentes. Tras
ocupar éste en 1412 el trono aragonés no renunció a las prerrogativas que le
confería al mismo tiempo su regencia en el de Castilla ,
circunstancia de la que supo aprovecharse, especialmente para hacer partícipes
a sus hijos, los llamados infantes de Aragón, de la gran influencia que había
adquirido en los asuntos concernientes a su gobierno, los cuales constituyeron
a partir de entonces una descomunal banda de poder con el que llegaron a
conmover los cimientos de la Corona castellana: algunos de los infantes fueron
ellos mismos reyes, como don Alfonso, que lo fue de Aragón a la muerte de su
padre y don Juan, de Navarra; otros, como don Sancho y don Enrique, fueron
maestres de Alcántara
y Santiago respectivamente; sus hermanas
ocuparon también influyentes posiciones en el escenario político de la
época: doña Maria de Aragón fue la esposa del propio rey Juan II y doña Catalina,
contrajo matrimonio con el de Portugal. Don Enrique y don Alfonso habían
contraído matrimonio a su vez con sendas hermanas del monarca castellano al que
sometieron a un continuado acoso para apoderarse de la Corona de Castilla y especialmente
contra el privado del rey Álvaro de Luna, enturbiando de este modo las
relaciones políticas en todo el reino, viéndose arrastrado el estamento
nobiliario a tomar partido por una u otra facción de poder a partir del momento
en que Juan II ocupó el trono de
Castilla en 1419 siendo todavía un niño, recién proclamada su
mayoría de edad.
Tras su derrota inicial sufrida en 1422, perseguido por Juan II, el infante don Enrique se hizo fuerte en las extensas posesiones que tenía en Extremadura (Granadilla, Galisteo, Alconéctar, Garrovillas, Alburquerque, La Codosera, Azagala, Medellín y Alconchel), trasladando a estas tierras en 1429 los enfrentamientos que mantenía con el ya condestable don Álvaro de Luna. En 1430 los infantes habían sido ya derrotados, sus bienes confiscados y repartidos y el condestable premiado con el maestrazgo de la Orden
Como partidario del rey recibió, sin duda,
algunas donaciones, aunque también alguna misión difícil de llevar a cabo. Era por
entonces Diego de
Orellana persona influyente en Trujillo y miembro destacado
de su concejo municipal, por lo que el 28 de octubre de 1440 se vio
comprometido ante el mismo al presentar, en la sesión que se celebró ese día en
la iglesia de Santiago ,
la carta por la que el rey
hacía donación de la ciudad de Trujillo a Pedro de Zúñiga, facultándolo para tomar posesión
de la misma al día siguiente. Esto puso en pie de guerra a todos los regidores
del concejo, que pusieron de inmediato los
cargos a su disposición y quedando él como nuevo corregidor de la ciudad. La frontal
resistencia de los trujillanos a formar parte del dominio señorial de los
Zúñiga y su inquebrantable voluntad de permanecer en el realengo hizo que al
final consiguieran evitar la intrusión con la inestimable ayuda del maestre de
la Orden de Alcántara ,
Gutierre de Sotomayor.
Durante un cierto tiempo que no he podido
precisar, aunque sospecho corto, la villa de
Cañamero perteneció al señor de Orellana de
la Sierra por
donación de Juan II ,
como también lo acredita su testamento: “otrosi
mando que se sepa lo que yo tomé a mis vasallos de Cañamero, estando yo cercado
…” y más adelante, en el mismo documento, dirigiéndose a su hijo García: “e ansimesmo le
fago heredero de la mi villa de Cañamero y del derecho que a ella tengo”. En
otra ocasión, después de haber sido elegido por segunda vez Fray Gonzalo de
Illescas prior del monasterio de Guadalupe en 1450, surgen nuevas referencias a
este castillo como propiedad de Diego el Bueno, cuando éste, requerido por Juan
II como consejero político y confesor le pide al rey que le fueran devueltas al
monasterio las escribanías de Trujillo y que mandara derribar el castillo roquero que
había levantado en Cañamero Diego de Orellana , porque continuamente amenazaba su
gente el sosiego del santuario, lo que seguramente debió llevarse a cabo,
porque sabemos que Diego
de Orellana había mandado reconstruir más tarde parte del
castillo de Cañamero, derruido entre el verano de 1453 y el de 1454. Esta
construcción, sin embargo, no llegó a formar parte de sus bienes vinculados,
porque en
noviembre de 1464 no estaba incluida esta villa entre los bienes del
mayorazgo de Orellana de
la Sierra. Constituían por entonces los bienes vinculados al mayorazgo la casa
solariega de Trujillo, conocida como Alcázar de los Bejarano, el lugar de Orellana de la Sierra , con olivares,
huertas y viñas; las heredades de Magasca, Montejo, Serrezuela, Pizarroso, el
Pizarralejo, una parte de Cogolludo
y Villalba, las mismas con las que hizo
fundación su padre en 1412. Fuera de estos bienes vinculados, tal vez mantuviera también un tiempo bajo su dominio Logrosán y
Berzocana, como sugiere Esteban de Tapia en su manuscrito, posesiones que, por
alguna razón, debieron ser otro motivo más de discordia con su hermano Pedro de Orellana el
Viejo.
Entre los miembros de las
familias ligadas a los señoríos de Orellana la Vieja y Orellana de la Sierra se entrecruzaban a
menudo, junto a los Meneses de
Talavera , abundantes alianzas familiares, pero también
discordias y rencillas. Tras convertirse Diego el Bueno en el tercer titular
del dominio en 1414, cuando apenas contaba 10 años de edad, ya surgieron
algunos problemas con sus vecinos más inmediatos, seguramente porque éstos invadieran tierras que considerasen propias, por haberlas ocupado a consecuencia
de linderos mal definidos o simplemente, porque aprovecharan la debilidad circunstancial
del contrario como hizo su tío Hernando
Alonso de Orellana,
señor de Orellana la
Vieja, invadiendo parte de sus propiedades y algunas parcelas que pertenecían
al Concejo de Orellana de
la Sierra
aprovechando su minoría de edad y que mantuvo como suyas durante 14 años. Más
tarde él mismo haría otro tanto con las propiedades del señor de Orellana la Vieja y de
sus herederos.
Pese