A finales del mes de octubre del año 2009 envié un comunicado a los gestores del “Plan de Dinamización del Producto Turístico Los Lagos” -proyecto que se lidera desde la Diputación de Badajoz, en estrecha colaboración con la Junta de Extremadura-, con el fin de hacer algunas apreciaciones sobre la información que actualmente se difunde, desde plataformas institucionales, en lo que se refiere a la historia de Orellana la Vieja. Me contestaron de inmediato y atendieron con suma amabilidad y agradecimiento mis consideraciones. Yo sé que deshacer entuertos lleva tiempo y que a veces, una vez implantado y puesto en marcha un proyecto como éste, una forma de arreglar ciertos detalles es desplazar su tiempo de solución a la primera actualización que se haga del proyecto. He visto, sin embargo, que ciertas modificaciones sí que se han ejecutado, supongo, que movidas por su propio peso, sin que tales acciones hayan tenido relación alguna con aquel comunicado. Quiero hacer aquí expresión, sin embargo, de algunas de las valoraciones que emití entonces, porque creo que la imagen que se proyecte a quien quiera que nos visite, no debe mostrar resquicio alguno en lo que se refiere a la información que se le brinda.
Me dirigí a los responsables del Proyecto en los términos siguientes: “Como observador curioso e interesado en la zona, he leído con mucho interés una buena parte del contenido del “Plan de Dinamización del Producto Turístico Los Lagos” en la página http://web.dip-badajoz.es/ proyectos/ loslagos. Basta una simple ojeada a sus documentos para apreciar el importante esfuerzo que se está haciendo desde la Administración Autonómica por infundir sobre los habitantes del territorio una mayor confianza en el recurso turístico, como importante factor de desarrollo en el ámbito de esa zona de Extremadura [….]. No me corresponde a mí valorar ese esfuerzo ni tampoco sus resultados, pero sí quiero hacer una pequeña aportación –en la medida que la misma quiera ser bien recibida- en lo que se refiere a sólo un matiz: vender Extremadura requiere primero difundir un conocimiento lo más veraz posible de lo que queremos que se aprecie, se valore y se conozca […]. En el fichero que adjunto expreso lo que yo he visto que se difunde sobre la historia de Orellana la Vieja, una crítica sobre su contenido y la información que considero más adecuada a ese respecto. Lo que sepamos difundir a este respecto puede ser el principio de una buena relación con el visitante, que no busca poblaciones ni historias aisladas, sino conocer la zona que visita, sus poblaciones singulares, con su historia específica, su gastronomía, sus fiestas, sus paisajes, su fauna, su flora y sus gentes y, por supuesto, sus lugares de descanso y atención, donde desarrollar a gusto sus aficiones de ocio. Hacer que nos visite debe ser la primera invitación para que repita”.
En la primera parte del informe que les adjuntaba expresé algunos de los contenidos que se estaban difundiendo, por vía institucional, sobre la historia de Orellana la Vieja. En la segunda, mi posición crítica sobre dichos contenidos. Expreso aquí nuevamente algunas de esas consideraciones, actualizando mi información.
Hasta hace poco tiempo, en la web del propio Ayuntamiento de Orellana la Vieja- http://www.orellanalavieja.es - en su apartado de “Historia”, sólo aparecían unos cuantos datos de poca entidad e incorrectos en su mayor parte –información a la que aún se puede acceder en la página http://www.dip-badajoz.es, referida al municipio de Orellana la Vieja-. Sin embargo, en su apartado: Empresas /Recursos Humanos/ Historia, existía un amplio capítulo sobre parte de la historia de Orellana –desmesurado en su extensión, sin que por otra parte lograra ofrecer una síntesis global de la historia del municipio- que confundía a los visitantes de la página. Hoy, ese capítulo se ha resumido considerablemente, lo que es un acierto. Del mismo se ha obtenido, resumiéndolo aún más, la nueva información que ahora se incluye –un nuevo acierto- en el sitio correcto: “Historia del municipio”.
Pese a todo, aún se mantiene en el epígrafe “Monumentos”, la misma información sobre la que ya expresé mi opinión en dicho comunicado, haciéndolo extensible a la que figuraba asimismo en los paneles informativos instalados por la Diputación en la vía pública, especialmente los instalados al pie del Palacio y en la Plaza de Extremadura, porque en los mismos se expresan algunas inexactitudes que hacen desmerecer el conocimiento que ya existe de la historia local.
En lo que se refiere a la información que contiene el apartado “Monumentos” de la página municipal, trato de resumirlo en los puntos siguientes:
- El “hermoso palacio-fortaleza del Marqués de Bélgida” no es del marqués de Bélgida, sino de los Orellana, señores de Orellana la Vieja
- A la expresión “La iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, obra del XVI es el edificio más representativo de la villa” le falta aclarar que “entre los edificios de carácter religioso”.
- El convento de San Benito es un monumento significativo en la historia de Orellana la Vieja, íntimamente ligado a la figura de Diego García de Paredes -el Sansón de Extremadura-, nunca suficientemente destacado en la información (su primer hijo legítimo nació en la Casa Fuerte de los Orellana). La “ermita” de Santo Domingo ya no existe como monumento en la localidad, por lo que no ha lugar su alusión.
- La fotografía que figura recuadrada, sola, y muy destacada en "Monumentos", corresponde a una ventana con colorines de una casa particular, construida en el segundo tercio del siglo XX y que no tiene significación arquitectónica singular alguna. De poner una foto en el apartado “Monumentos”, el motivo debería corresponderle siempre, por derecho propio, a la Casa Fuerte, a la Iglesia parroquial o el convento de San Benito.
Con respecto a la información que contienen los citados paneles informativos, extraña, en primer lugar, que siga utilizándose en los mismos el nombre de “Altamirano” para referirse a los titulares de la Casa-Fuerte de los Orellana. Los Orellana son los constructores y primeros moradores de la fortaleza, sede del señorío de Orellana la Vieja, sus únicos y originales titulares. Es cierto que las primeras concesiones de tierras las hizo en la zona –a partir de Zorita y hasta el Guadiana- el Rey a los Altamirano, pero los miembros Altamirano que allí se asentaron, hacia 1280, adoptaron desde el primer momento, como apellido, el nombre del lugar, “Orellana”, y pasaron a llamarse “Orellana”, por lo menos desde la fundación del señorío, en 1341. En consecuencia, los Orellana y los Altamirano son dos familias distintas, aunque pertenecientes a un mismo linaje. De hecho, siguieron conviviendo en Trujillo -En el Alcazarejo de los Altamirano unos y en la Casa de la Alberca, otros- compartiendo, por separado, cargos de regidores en el concejo de esa ciudad, desde el siglo XIV. Por eso, es más adecuado que, de cualquier forma a la que debamos referirnos al Palacio, o a la Casa Fuerte de Orellana la Vieja, la llamemos siempre de los Orellana.
Más aún sorprende la explicación que aparece en el panel informativo instalado en la Plaza: alude al palacio de “los Bélgida (Altamirano)”, significando, de esta forma, con el paréntesis, que Bélgida y Altamirano son una misma cosa, o que al menos, tienen una cierta relación entre ellos, cosa que en absoluto es cierta. Los Bélgida aparecen vinculados a Orellana desde el momento que el marqués de Bélgida se hace con la titularidad del marquesado de Orellana la Vieja al contraer matrimonio en 1754 con Dª Florentina Pizarro de Aragón y Orellana (viuda de D. Antonio de Herrera, conde de la Gomera) que por aquellas fechas era la última descendiente de don Juan Pizarro de Aragón y Orellana, Picolomini, etc., marqués de San Juan, de Piedras Albas, y 9º marqués de Orellana. El marqués de Bélgida es así sólo un título nobiliario sin vinculación alguna con el lugar de Orellana la Vieja y menos aún con su historia, pese a los lazos de propiedad que debió mantener sobre ciertas tierras del término municipal, ligadas a su título de marqués. Es decir, que el apellido Bélgida no tiene significación histórica alguna como para merecer ser vinculado a la fortaleza de los Orellana, señores de Orellana la Vieja. Ni siquiera está vinculado a Extremadura, sino a Valencia, a un lugar llamado Bélgida, junto a la población de Xátiva (Valencia). El primer título del marqués de Bélgida lo concedió Fernando VI en el año 1753 a un significado miembro de la nobleza valenciano-castellana.
Más aún sorprende la explicación que aparece en el panel informativo instalado en la Plaza: alude al palacio de “los Bélgida (Altamirano)”, significando, de esta forma, con el paréntesis, que Bélgida y Altamirano son una misma cosa, o que al menos, tienen una cierta relación entre ellos, cosa que en absoluto es cierta. Los Bélgida aparecen vinculados a Orellana desde el momento que el marqués de Bélgida se hace con la titularidad del marquesado de Orellana la Vieja al contraer matrimonio en 1754 con Dª Florentina Pizarro de Aragón y Orellana (viuda de D. Antonio de Herrera, conde de la Gomera) que por aquellas fechas era la última descendiente de don Juan Pizarro de Aragón y Orellana, Picolomini, etc., marqués de San Juan, de Piedras Albas, y 9º marqués de Orellana. El marqués de Bélgida es así sólo un título nobiliario sin vinculación alguna con el lugar de Orellana la Vieja y menos aún con su historia, pese a los lazos de propiedad que debió mantener sobre ciertas tierras del término municipal, ligadas a su título de marqués. Es decir, que el apellido Bélgida no tiene significación histórica alguna como para merecer ser vinculado a la fortaleza de los Orellana, señores de Orellana la Vieja. Ni siquiera está vinculado a Extremadura, sino a Valencia, a un lugar llamado Bélgida, junto a la población de Xátiva (Valencia). El primer título del marqués de Bélgida lo concedió Fernando VI en el año 1753 a un significado miembro de la nobleza valenciano-castellana.
El mayor valor y significación del Palacio de los Orellana es su origen histórico y la estrecha vinculación que siempre mantuvieron sus moradores -los Orellana- a la nobleza local de Trujillo, a su historia, o lo que es lo mismo, a la historia de Extremadura.
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